Martín Marti P.I. 2 ¿Quien es esa chica?
Martin Martin
Investigador Privado
Anteriormente, en Martín Martin, Detective Privado:
—Usted es el señor Martín Martin?
—Eh… sip.
—El señor Goyeglió requiere su presencia inmediatamente.
—Señor Martin, he requerido de su presencia y de sus habilidades para ofrecerle un acuerdo.
—Necesito que rastree a esta mujer.
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Ana Benítez |
—Buenas tardes, hola, que tal, ¿cómo está usted? Lamento la molestia, pero estoy buscando a la Srta. Ana Benítez…
—Mira, Piñón Fijo. No estamos aquí para jugar tus jueguitos. Ahora vas y cumples con lo que se te encargo, o tu próximo chiste solo lo aplaudirá el sepulturero. ¿Entendiste?
—Chuchuhua…
—¿Hola, señor Goyeglió?
—Hola, Sr. Martin, espero que su investigación este dando frutos.
—Localice la casa, el departamento de la chica, de su novia, y no estaba. No encontré a nadie, y parecía que su departamento había sido robado.
—Eso no es bueno.
—Es lamentable para mí en esta situación. Me siento fracasado de no poder cumplir con un simple encargo.
—Mis empleados lo llevaran.
—No, por favor, puedo caminar, puedo tomar el autobús…
—No, por favor. Yo insisto.
Y allí estaba… colgando cual Spiderman, y con estos otros idiotas realizándome preguntas cuyas respuestas, simplemente no tenía.
Caso #1
¿Quien es esa chica…?
Soy el mejor que hay, en lo que hago.
Pero lo que hago, no es muy agradable…
—Hola, mi nombre es Martín, y voy a atenderte en lo que necesites este día.
—Emm... hola… voy a llevar una McDollar con fritas pequeñas, y una gaseosa pequeña.
—Sale una McDollar, con fritas pequeñas y gaseosa pequeña. ¿Algo más? Te interesa un helado McDiarrea por solo $10.50? También tenemos nuestro McEnema de café por solo $20 más.
—No, no realmente, solo eso.
—Quieres la cajita negra de la felicidad? Viene con premio sorpresa dentro.
—Nooo, te lo agradezco…
—Este mes tenemos la promoción de figuras del Mini Pingüino K, la Mini Kris, con 3 vestidos diferentes, y 7 caras intercambiables.
—No, gracias, pero no.
—Por allí para los chicos, también tenemos al payaso Muralito, que divierte y enseña a los niños.
El gordito al que atendía, ya me había puesto muy mala cara cuando le insistía por tercera vez, según el estúpido reglamento del local, recordarle de todas nuestras ofertas.
Dios, como empezaba a detestar mi trabajo en el McDollar$…
Ya había tenido mi primer llamado de atención por parte de mi supervisor, por “no atender al público como se merecen”.
Y creo que ya extrañaba un poco el trabajo en el videoclub…
Pero bueno, ¿de qué manera iba a seguir trabajando allí, luego de lo sucedido?
Hace solo 18 días atrás, estaba colgando de una viga de acero en una construcción, cabeza abajo.
Había intentado ayudar a Valentín Goyeglió, en la búsqueda de su desaparecida “novia”, pero de alguna manera logre zafarme de esa situación cuando el gordo empezaba a ponerse peligroso.
Claro. No contaba con que el verdadero novio de la chica, o ex novio, tuviera amigos peligrosos que me agarraron desprevenido mientras yo estaba punto de descubrir la verdadera razón de por que me metieron en este embrollo a lo Agente de CIPOL…
Alguien me rescato, y aparecí en el hospital.
Por suerte me había desmayado, así que luego de una rápida charla con la policía y despistarlos con que había sufrido un simple asalto, me dieron de alta hacia la medianoche.
Lo primero que hice a la mañana siguiente, llame a mi jefe y le expliqué la situación del asalto la noche anterior. Por suerte me dijo que me tome el día libre para mejorarme.
Lo aprovecharía para investigar un poco mejor en que estaba metido, y por que.
Desayune, me prepare con una ropa más… combatiente, y luego me tome un taxi en dirección a la noche anterior.
Llegue al lugar y me pare frente a la puerta de vidrio.
Siendo de mañana, probé suerte tocando el
portero del dentista:
—/Si, con el consultorio del Dr. Name…/
—Hoba shi, sho shame ashe paba un tunno con eb dotto…—dije fingiendo tener un dolor de muelas.
—/Perdón no se le entiende muy bien. ¿Me podría repetir su nombre? /
—Shame ashe paba un tunno, mi nomme shuan shosheshosha…
—/Ok, muy bien, le abriré la puerta…/
E
ingresé.
Subiendo, me encontré con una enfermera, quien de seguro esperaba al paciente
incapaz de hablar…
—¿Disculpe, usted llamo por el portero eléctrico?
—Eh, no, no. Yo tengo llave. Debió ser el viejo que estaba abajo, tapándose la boca… no se lo veía muy bien…—y proseguí mi camino sin problemas.
Llegue finalmente al segundo piso.
El corazón me latía con fuerza.
¿Quién estaría detrás de todo esto?
¿Algún
pariente lejano? ¿Mi hermano gemelo perdido? ¿Un clon?
¿Algún estafador que usurpo mi nombre?
Llegue a la puerta de la oficina…
Toque dos veces, y aunque no se escuchaba ningún ruido detrás, espere un momento a que me atendieran.
Volví a tocar la puerta, cuando en ese momento se escucho el teléfono sonar dentro.
Sonó unas 5 veces, antes de seguramente, atender el contestador automático.
Habrán pasado dos largos minutos, en que me decidí a entrar.
Pensé que la puerta estaría cerrada con llave, así que me sorprendí cuando el picaporte giro completo y la puerta se abrió.
Ingrese sigilosamente.
El lugar, la oficina, se encontraba solitaria.
Algunos papeles descansaban en el suelo.
Estantes abiertos, y algunos adornos de escritorio desparramados por el piso alfombrado.
El lugar era realmente de película.
El ambiente pesado, como apestando a tabaco y whisky añejo.
Casi podría ver allí a Humphrey Bogart, tal cual actuaba en El Halcón Maltés.
Y casi podía sentir respirar detrás de mí a la exuberante y hermosa secretar—
De nuevo un golpe en mi cabeza, me dejo viendo estrellas…
¿¿Que acaso esta gente no sabe que tantos golpes en la cabeza me pueden causar una fea contusión y dejarme en coma?? ¿¿o aún peor, matarme??
Desperté no sé cuanto tiempo después. Creo que ya era mediodía.
Esta recostado en el sillón de la misma oficina, y ante mi estaba lo que podría definir solo como una moderna Audrey Hepburn… apuntándome con un arma.
—¿Quién eres y que demonios haces aquí? —infirió encañonándome con lo que parecía un arma de alto calibre.
—M-mi nombre es Martín, Martín Martin…
—¡Maldita rata mentirosa! Te juro que si no me dices quien eres para los próximos 30 segundos, lo ultimo que veras será una bala entrando en tu cerebro.
—¡P-pero no miento, puedes ver mi documento! ¡Yo tampoco lo entiendo, pero aquí alguien se llama igual que yo!
Cuando intente incorporarme un poco, volvió a acostarme de un golpe, para tenerme bajo control, al mismo tiempo que con su mano libre, sacaba mi billetera de mi chaqueta.
La abría hábilmente con una mano, y escudriñaba mi identificación, mientras con la otra mano no dejaba de apuntarme.
Yo no podía más que quedarme acostado en el sillón.
—¿Qué demonios…? ¿Eres familiar de Martin? ¿Su sobrino o algo así?
—No… no lo sé. ¿Por favor, me dejas incorporarme? Creo que mi boca esta sangrando.
Yo también vine aquí en busca de respuestas… no soy una amenaza, no estoy armado. De hecho, le tengo bastante temor a las armas.
Me dio espacio, y pude sentarme, mientras me ella tendía un pañuelo.
Su perfume era intoxicante. Ella era muy hermosa, de rasgos orientales quizás, pelo alborotado, e irradiaba cierto aire muy tierno y lindo, lo cual hacia difícil tomarla como una amenaza.
Y quizás eso la hacia aun mas peligrosa.
Se sentó en una silla cercana, un poco mas relajada, pero aun seguía con el arma en mi dirección.
—Tienes 1 minuto para que me digas quien eres, y por que estas aquí.
—Ok… pues… mi nombre es… bueno, ya lo has visto en mi billetera. Mi primer nombre es Andrea. Andrea Martín Martin.
Pensé que se reiría ante mi nombre, pero eso no ocurrió. Continuaba atravesándome con su profunda mirada, indicándome que continuara.
—Actualmente trabajo en videoclub… vivo solo, no tengo pareja… oye… ¿por qué debo contarte todo esto? ¿Tu quién eres?
—Yo soy quien hace las preguntas aquí. ¿Cuál es tu relación con Valentín Goyeglió? Trabajas para él, ¿no es así?
—Algo así… bueno, no realmente. Ayer aparecieron 2 gorilones en mi casa, buscándome por mi nombre. Me llevaron con el gordo Goyeglió, quien me pidió un trabajo buscando a una chica, su supuesta novia. Al final, descubrí que la situación estaba complicada y peligrosa, con lo cual traté de salirme.
Ahora que lo pienso… creo que se equivocaron de Martín Martin…
—¿Cumpliste con lo que te encargo? ¿Te especifico detalles sobre el porque buscaba a la chica?
—¡Claro! Ahora todo tiene sentido… pero…
—No desvaríes y responde la pregunta.
—Sí, sí, está bien… no, no me especifico y yo mucho no pregunte. De hecho, no fue hasta mas tarde que empecé a dudar de por que me habían buscado, y la razones por las cuales buscaba a la chica.
—Un tipo peligroso y corrupto, envía a buscarte a tu casa, te ofrece un trabajo, y tú lo aceptas como si nada, ¿no evalúas los riesgos y las razones del por qué te buscaron?
—Soy lento, ¿está bien? Soy muy lento para captar las cosas, si ya lo sé. Además, me agarraron temprano por la mañana y yo estaba medio dormido. No necesitas restregármelo en la cara. Por otro lado, si sabes que es corrupto y poderoso, negarse a la primera no es conveniente. No soy un super espía o héroe de acción…
De todas maneras… creo que anoche se dieron cuenta, por que ni bien me dejaron en la entrada de este edificio, volvieron, me golpearon, y lo ultimo que recuerdo es estar colgando de un edificio en construcción boca abajo…
—Así que tú eras el saco de boxeo de anoche… no, no eran gente de Goyeglió, eran de alguien mas.
—Como lo sabes? Momento… ¿¿tú eras Gatubela??
—…
—¡Si! Eres genial pateando cu—
—Si no quieres que patee el tuyo en este mismo instante, mas te vale cerrar tu bocota. Y jamás… jamás, vuelvas a llamarme Gatubela.
—¡Y cómo debo llamarte entonces?
—Mi nombre es Gi… ¡momento! ¿Por qué debo decirte mi nombre? —Y volvió a encañonarme sin que le tiemble el pulso.
—No, por favor, no… esa no era mi intención… calma… es solo que eres muy linda, y eso… además salvaste mi vida anoche, ¿no? Solo quisiera darte las gracias apropiadamente…
— Tus halagos no te sirven de mucho, eso ya te lo puedo asegurar. Termina con tu historia…
—Ok, ok…
Termine de contarle todo lo vivido. Al menos lo que recordaba.
—…y lo último que recuerdo, eran esos tipos hablando
en forma extraña, un idioma que no conozco.
—¿Nada más?
—No, nada más… no, bueno…. Tengo este número telefónico que descubrí con el botón de redial… lo anoté en mi celular por las dudas.
—Dímelo. —me ordeno mientras con su mano libre sacaba un teléfono celular bastante compacto.
—4432399…
La sorpresa fue mutua e importante, cuando al marcar el número, fue el teléfono
de esa misma oficina el que sonaba.
Cortó y luego volvió a marcar para confirmarlo: si, no quedaban dudas, era el mismo teléfono.
Luego procedió a sentarse detrás del escritorio, y busco algo allí.
—¿Exactamente que buscas?
—No te importa…
—Tal vez pueda ayudarte. Yo también
quiero saber que pasa aquí, por que este tipo tiene mi nombre…
—(Suspiro) Busco un número o algo para conectarse a la central y registrar la casilla de mensajes.
—Yo soy olvidadizo con esas cosas… suelo
anotarlo en un papelito, y pegarlo en la base el teléfono…—no me dio mucha
importancia, y solo me dirigió una mirada fugaz, como si lo que hubiese dicho,
era una completa estupidez.
Y claro que lo fue, no sería tan fácil… pero por desgracia para el orgullo de
ella, perdió el tiempo fijándose en cada anotación, cada número que había por
allí, tratándose de encontrar la dichosa clave… y yo levante el teléfono,
revelando la clave de 6 dígitos anotada debajo.
Su primera reacción, fue de desagrado.
No sabía si mirarme con ojos de sospecha… o de idiota con suerte.
Tomo enérgicamente el teléfono, memorizo la clave y luego procedió a registrar los mensajes.
Prestaba atención, hasta que, en un momento, su cara cambio a desagrado de nuevo, y me dio una larga y penetrante mirada.
Yo me asuste y pregunte:
—¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¿Algo grave?
—Que tal… Emm… nada?
En ese instante no entendí… como ya he dicho, soy lento en captar…
Luego comprendí que era su reacción al mensaje que yo deje cuando llame al número.
Me sentí bastante estúpido.
Comprendí que debería pensar mejor mis próximas acciones si seguía involucrado en todo esto.
¿Momento, seguiría metido en todo esto?
Y luego la mire mientras ella hacia anotaciones en base a los mensajes que escucho.
—Creo que esto será todo… a no ser que tengas información extra que no me hayas dado… en cuy caso te conviene hablar ahora, o callar para siempre—comento mientras acariciaba el arma.
—Bueno… hay algo más, pero no es relevante.
—Yo juzgare si es relevante o no.
—Bueno, antes de usar redial,
encontré una libreta de anotaciones. Recordé un truco en el que cuando escribes
en ella, suele marcarse el papel de abajo. Así que tras pasar un lápiz suavemente
sobre la superficie… con un mensaje… que ni importa.
—Dímelo.
—Olvídalo, no voy a decírtelo...
—¿Realmente estas buscando que te pegue, no es cierto? Estas desesperado por que aterrice mis puños sobre tu cara…
—Puto el que lee.
—¿Como me llamaste??
—No, ese era el mensaje: Puto el que lee.
—…
Su
cara se relajó por un momento, tratando de evitar la risa. Sus facciones más
hermosas quedaron a la vista y el ambiente pesado y oscuro cambio bastante.
Era realmente una hermosa mujer detrás de ese duro semblante de mujer espía.
Luego de pensarlo un poco, agrego:
—Entonces, te encontraste con el mensaje de algún profesional que sabia que alguien andaría detrás de sus pasos. Y en vez de dejar un mensaje como “mejor suerte la próxima” o algo similar, el dejo ese mensaje.
—¿Como sabes que se trata de un “él”?
—Por favor, las mujeres no somos tan infantiles como para dejar un mensaje así. Esa es una clara señal de que quien estuvo antes allí, fue un hombre muy inmaduro.
—No lo había considerado de esa forma…
—Bien podría haberse llevado el borrador, o dejar algún mensaje o número diferente. Pero no, dejo un mensaje dirigido a quien le pisaba los pies. Y quiso que el mensaje sea personal, dejarle saber a quien lo seguía, que él sabía que lo seguían. Pero en vez de un simple “mejor suerte la próxima”, dejo uno más infantil.
—Wow…
—Entonces, ¿eso es todo?
—Si, mas o menos… es lo que recuerdo. Mi cabeza aun tiene algunos baches debido a lo sucedido. Los golpes, el estar colgado de cabeza. Ahora, ¿podrías darme tu algún indicio de que ocurre aquí?
—No. —y acto segui8do, comenzó a dirigirse a la puerta.
—¡Espera…! por favor…. Yo te ayudé… dime al menos en que me metí y si mi vida
corre peligro.
—Seré buena contigo, por una vez: Estas metido
en caca hasta el cuello. Si yo fuera tú, me iría de la ciudad y hasta cambiaria
legalmente mi nombre. Uno más masculino, por cierto. —Y antes de retirarse y
cerrar la puerta tras ella, volteo y me arrojo una tarjeta:
—Es mi numero actual. Si recuerdas algo mas que me sirva, tal vez, solo tal vez
considere ayudarte, y evite que te hagan pure. Pero solo si me sirves. Y si
siento que me traicionas... por un momento, si me miras mal, digamos que hare
que tu físico coincida con tu nombre, “Andrea”.
Quede solo y en silencio un buen rato.
No supe qué demonios fue aquello.
Me recosté en el sillón, para dejar que mis ideas se acomoden un poco.
Fue luego de algunas horas, en que desperté de algún tipo de siesta.
Me había quedado dormido.
A todo esto, eran como las 3 de la tarde…
Aun seguía en la oficina de Martín Martin, el Detective Privado.
Técnicamente era mi nombre en la puerta, así que para tratar de resolver esto un poco mejor, me di a la tarea de investigar el lugar.
Me senté en el sillón, detrás del escritorio, el cual era muy cómodo. Casi como si hubiese estado destinado a sentarme allí.
Había papeles de muchos casos de espionaje empresarial a parejas infieles. Fotografías de esos casos. Algunas investigaciones para fraudes de seguros, recuperaciones de objetos y cosas por el estilo.
O bien lo tenia dentro de mi, o ser detective era muy fácil.
No se me dificultaba aprender el estilo y manera de hacer las cosas.
Me pase parte de la tarde reordenando el lugar, guardando los papeles de casos en los archiveros correspondientes.
Por allí encontré una laptop.
Y a juzgar por el estado de la misma, creo que su propietario no sabia bien como usarla, mas que para jugar al póker online, o al solitario.
El resto del disco duro estaba limpio, con algunas imágenes perdidas.
Pero nada que me ayudara a identificar a quien usurpaba, o compartía el mismo nombre y apellido que yo.
Si
encontré los diplomas o certificados de lo que serian sus estudios de
detectives.
Era una escuela de la Capital.
Estaba entrenado en uso de armas, defensa personal, logística, estrategia urbana, legislación nacional e internacional, seguimiento, y una larga lista de otras características interesantes que uno no se imagina.
El lugar, estaba compuesto por 4 habitaciones: la oficina principal, la cual ocupaba gran parte del piso.
Luego, una habitación con una cama y un armario con ropa. La cama estaba intacta, con lo cual desestimo que hayan dormido allí en los últimos… ¿meses…?
Luego,
un baño compacto con retrete, un lavamanos, y ducha.
Para finalizar con una pequeña habitación que hacia las veces de cocina provisoria…
Ya para cuando el cuarto/oficina quedo completamente presentable, me senté en el sillón principal de madera, detrás del escritorio, como quien espera la entrada del próximo cliente.
Tal vez una chica hermosa, con una historia sobre como buscar a su hermana desaparecida, relacionada una estatuilla con forma de un halcón…
Eran las 5 de la tarde.
Para las 6 ya me había aburrido de jugar al póker online, y empecé a revisar los cajones del escritorio.
Dos estaban con llave, la cual nunca pude encontrar.
Asumí que allí habrían armas, o quizás dinero.
Y esas eran líneas que no iba a cruzar.
Mi estomago empezó a quejarse en forma muy ruidosa, por que lo me retire del lugar, cerrando con llave, y llevándome la llave de repuesto conmigo.
Me dirigí a casa… y en la entrada al patio, recordé que necesitaba comprar comida.
Así que me di media vuelta y me dirigí al supermercado más cercano.
Cerca de allí, el aroma de la pizzería cercana termino por tentarme demasiado. Y mi estomago me reclamaba algo ya.
De ningún modo quería tener que esperar una hora mas mientras compraba los víveres, luego volvía a casa y me daba a la tarea de cocinar.
Me senté en una mesa chica, y ordené una mediana de muzzarella.
No comí, devoré esa riquísima pizza.
Luego ordene un café, y me quede un rato mas allí, relajándome.
Finalmente pagué, tomé mi chaqueta, y me dirigí a casa.
Cuando llegue al portoncito que da al patio de mi casa, una explosión. LA explosión.
La onda expansiva, así como el calor y los escombros volaron por todo el lugar, me arrojo unos cuantos metros hacia atrás, a la calle.
No recuerdo cuanto tiempo estuve inconsciente, pero lo cierto es que para cuando desperté, un ángel estaba cuidándome.
No era otra más que Ana Benítez.
También estaba algo herida, según note un vendaje en su hombro derecho.
Por mi parte… no tenía muchas quemaduras.
Por suerte, la explosión me arrojo lejos antes de empezar a quemarme el cuerpo.
Claro que no puedo decir lo mismo de mi pelo y parte de mis cejas.
Gracias a Dios, tenia una hermosa cabellera, y cejas abundantes, de parte de la familia de mi madre.
Mientras miraba a mi alrededor, notando que estábamos en las afueras de la ciudad, fui repasando los últimos momentos… y fui directo al primer punto con Ana:
—¡¡¡¡¡Mi caaaasaaaaa!!!! ¿¿¿¿Mi casa voló en pedazos????
—Pues… me temo que si, corazón.
—Pero… ¡¡¡mi casa!!!
—No creí que fueras del tipo tan materialista… a fin de cuentas es solo ladrillos, un poco de madera, algunas chucherías varias… deja de quejarte que hay temas mas importantes.
—¿¿Sí?? ¡¡¡Ya quiero ver tu casa volando en mil pedazos por que no sé quien carajos esta tratando de matarme...!!!
Por que volaron mi casa por eso, ¿no? Eso no fue una explosión por alguna perdida de gas…
—Lo fue y no lo fue. Te aseguro que cuando alguna autoridad investigue, eso será lo que digan: dejaste alguna llave de gas abierta y exploto todo.
Me tomo un momento calmarme y darme a la idea del evento.
Como dijera antes, yo no era materialista y no estaba apegado a las cosas materiales.
Pero la situación, el shock… y la sensación de no tener ya un lugar para vivir, eso no era nada bueno o agradable.
Supongo que eso es la diferencia entre la teoría y la realidad…
Luego, pase al segundo punto importante con Ana:
—Tú eres Ana…
—¿Sí? ¿Qué te hizo dar esa idea?
—Yo… yo no sabría por donde empezar. Estas últimas 24 horas han sido un horror para mí.
—Estas en caca hasta el cuello, ¿eso es lo que quieres saber?
—Tú me rescataste… o algo así, ¿no?
—Algo así. Le pedí ayuda a uno de tus vecinos, te subimos al auto, y le dije que te llevaría al hospital.
—Pero…—La cabeza me daba vueltas.
Sería por el golpe, o el shock de la explosión.
No podía concentrarme bien, y sinceramente, en ese momento, no sabia por donde demonios empezar a interrogarla.
—Dime todo lo que sepas. Si me buscaste, si me rescataste y me trajiste aquí en lugar de un hospital, es por que algo sabrás sobre mi, ¿no es así?
—Muy bien corazón. Te diré todo. Tal vez puedas… podamos ayudarnos mutuamente.
Todo comenzó a principio de este año. Hasta ese momento, yo era una chica de compañía, en la capital. Ya sabes, empresarios ricos que buscan chicas para fiestas y eso.
Un día, apareció este joven apuesto, guapo, elegante. Con chispa en su mirada.
Me sedujo. O quizás yo me deje seducir.
Estaba harta del trabajo, buscaba algo mejor pero la oportunidad no llegaba.
Y llego él.
Su nombre era… se hacia llamar Mustafá. De ascendencia árabe por lo que supe. —Eso hizo click en mí. Ese era el acento que no podía identificar con los malhechores de la obra en construcción.
Ana continuaba su relato:
—…Me ofreció un hogar, exquisita comida, ropa fina y elegante… y amor.
Ya no me vendería por las noches… y si lo hacia, lo haría en los brazos de este adonis andante de mirada profunda y serena…
—Bueno, ejem… ¿puedes contarme más directamente la situación? ¿O quieres seguir alabando a este tipo? Ya sé, ya entendí que es un supermega hombre, dejándonos a los demás como pordioseros… continua, ve al punto…
—Jajajaja…—rió cantarinamente—no te pongas celoso, amor. Tú también eres lindo…. A tu manera —dijo en un tono sarcástico o irónico, lo que me molesto mucho.
—Bien, continuare. Mustafá tenía un trabajo para mí, un gran trabajo.
Resulto que no sé que importante hombre de negocios, se reuniría con cierto otro grupo, aquí en esta ciudad, y yo debía asistir.
—En pocas palabras, hizo que te prostituyas…
—No, para nada. Él me llevo a estas reuniones y me presentaba como su novia. Luego de un tiempo, yo debía hacer ciertas insinuaciones sutiles a este importante caballero de apellido Moreno, para luego una noche, simular una pelea de pareja.
Entonces allí, frágil y expuesta, este importante empresario se apiadaría de mi, y me llevaría con él.
Una vez en su departamento, lo dormiría y le robaría un maletín con importantes papeles.
—Aja, ¿y?
—Me termino llevando el caballero equivocado, el gordo Goyeglió. Por suerte estábamos todos en el mismo hotel y el mismo piso. Así es que me escabullí de la habitación, ingrese a la de este importante empresario y robe el maletín.
—Ok… ok… ok… hasta ahí nos entendemos. Robaste ese maletín, que no sabias que contenía, y se lo entregaste a tu novio.
—No. Lo escondí en un lugar seguro.
—¿Y por qué?
—Mientras bajaba las escaleras, escapando del hotel sin que se dieran cuenta, pude ver a mi “novio”, y escuchar una conversación que mantenía con alguien al teléfono. No escuche mucho, pero si que se encargaría de mi. Lo entendí de inmediato: yo era solo una prostituta para él, una que seduciría, haría trabajar a su orden y mandato, y luego desecharía, eliminaría, por que era un cabo suelto. Alguien que sabía mucho para seguir viva.
Puedo ser una prostituta… pero no por eso soy estúpida, ¿sabes?
—Es lo que veo seguido en ustedes las mujeres… se van detrás del tipo carilindo, del millonario y guapo, y a los tipos normales nos dejan de lado.
Y luego… luego cuando el atractivo millonario demuestra ser la basura que es, cuando las golpean, las abusan, o las engañan, ahí es donde buscan consideración, comprensión y ayuda.
Típico…
Ella bajo la mirada, como apenada. Supe que me había pasado un poco. En el fondo sabia que yo tenia algo de razón, pero creo que lo pude haber dicho con mas tacto, con menos resentimiento.
—Perdón…es que… hace poco tuve un mal momento con otra mujer, y creo que deje que el resentimiento se apodere de mí. Lo siento, Ana.
—Muriel, mi verdadero nombre es Muriel.
—Muriel, que lindo nombre… ¿Muriel Benítez? ¿Como es el asunto con eso?
—Mustafá me consiguió todo en la ciudad bajo ese nombre, el de Ana Benítez. Aun no entiendo bien por que, si deseaba asesinarme luego…
—Quizás justamente por eso… planeaba matarte en el departamento de mala muerte que te consiguió, y la identidad de Ana Benítez, era algo que coincidía con sus planes. Hasta donde sé o entendí, eras una simple chica que se metió con un político o empresario…
—Eres bueno en esto, ¿lo sabias?
—Estoy aprendiendo… o eso intento.
La noche fría se hacía presente, y ella se acercó a mi lado.
Yo no pude más que abrazarla, ya que irradiaba una inocencia, una vulnerabilidad muy grande.
Tuvimos que ingresar al interior del auto a refugiarnos del frio.
Nos sentamos en el asiento trasero y procuramos darnos un poco de calor con una manta que ella tenía ahí.
—Debo preguntarte, AnnmMuriel…—ella sonrío—¿Como es que me rescataste? Es decir… ¿ibas a verme o algo así? ¿Como me conocías?
—Ah, eso. Bien, luego de que me enteré de los planes de Mustafá, decidí escapar, esconderme. Lo primero que hice fue buscar ayuda con la policía. Pero vi que uno de los oficiales, parecía tener contacto con la gente de la que deseaba escapar, así que me fui del lugar.
Es mientras que escapaba en la noche, que un vehículo casi me atropella.
Quien conducía, logro esquivarme, y luego acudió en mi rescate. Yo al principio me asuste pues note que traía un arma. Él pareció notarlo, y me tranquilizo explicándome que era un detective. Te imaginaras mi sorpresa cuando me lo dijo. Y yo, en ese estúpido vestido de gala, desarreglada, un poco sucia… creo que fui una presa fácil para él, jajaja…
—…—hice un gesto como de “y entonces?” con mis manos.
—Su nombre era Martín Martin. Que cosas, ¿no?
—Mi tocayo… o más bien usurpador…
—No seas malo, cuando lo conozcas lo encontraras muy agradable y divertido. Es muy ocurrente.
Resumiendo, termine contratándolo, a pesar de que el no quiso cobrarme un centavo. Por la madrugada volvimos a mi apartamento. Tome algo de ropa, algunos objetos personales y nos fuimos.
—¿El apartamento estaba desordenado? Cuando yo fui a verte el apartamento estaba de esa manera, como si hubiesen estado buscando algo.
—Oh, no. Martín lo dejo así, para despistar a quien fuera a buscarme. Hizo un par de llamadas, anoto un par de datos y luego nos fuimos.
—Puede que él… ¿haya anotado esto?—y saque la nota de mi bolsillo.
—¡Que es…oh, por Dios! Jajajajajajajajaja…—rió por un largo rato. A mi ya no me causaba gracia. De hecho, estaba agotado por el día y todo lo ocurrido.
—Sí, esa es su letra, jaja…caíste.
—…
—Para terminar, me llevo fuera de la ciudad a unas cabañas que hay hacia el sur de la ciudad. Allí nos ocultamos por un día.
Luego, el me dijo que tenia que hacer otras investigaciones, para llegar al fondo de esto. No me especifico donde ni cuando volverá.
—Bien podría haberlo dicho, ¿no? ¿Y que si esta negociando entregarte?
—No, no lo haría. No es de esas personas. Es más como tu: ambos tienen unos ojos sinceros tiernos. En fin, me dio un arma, y partió. Pero lo interesante estuvo luego de irse.Volvió.
—Volvió…?
—Pero bien, ¿vas a dejarme terminar o me seguirás interrumpiendo?
—Perdón, prosigue…
—Merci monsieur…—me dijo en un hermoso y seductor francés. —Quedamos en investigar los rumores sobre que un tal Martín Martin estaba trabajando para Goyeglió. Y cuando investigamos, vimos que eras tú…
—Era yo…
—Allí nos dimos cuenta de que algo raro había. Te investigamos. Bueno, Martin te investigo… Andrea, jajaja…
—No te burles.
— (Eres adorable) y emmm… descubrimos que mi “novio” y su grupo te atraparon, y estaban torturándote.
—Y… me iban a rescatar cuando…
—No, no te íbamos a rescatar. Martin considero interesante y oportuno que te hayan atrapado. No iban a matarte, o eso fue lo que me dijo. Ya estaban detrás de nosotros y el hecho de que te encontraran fue oportuno para lograr un escape.
Martín se fue en una misión o algo así.
Yo estaba muy insegura en la cabaña, y cometí el error de investigarte un poco más de cerca.
Para cuando volví a la cabaña, unos hombres sospechosos rondaban el lugar.
Escape, y en la carrera por el campo, empecé a disparar. Creo que fue una mala idea pues ellos me respondieron los disparos.
—Y uno de los disparos te hirió en el hombro…
—No, logré escapar, pero más adelante tropecé y caí. Me lastime aquí con una rama o raíz que había en el suelo. Gracias a Dios y a la vida que soy una chica independiente y sé arreglarme en este tipo de cosas.
Pase por una farmacia, compre los elementos y me cure yo misma.
—Wow… sí que eres buena.
—Gracias, lo sé. Ahora, ¿me dejas ver alguna de tus quemaduras?
—Nah, no es nada…
—Jajaja…. Es que no te has visto en un espejo… parte de tus cejas, y tu pelo… si me dejas emparejo tu cabello.
Pasamos la noche en el vehículo.
Me sentía mejor, mas relajado a su lado. Ella realmente me relajaba a pesar de los problemas.
Era diferente de la otra, de “Gatubela”.
Tal vez seria en parte por que ahora entendía todo el panorama, tenía casi todas las fichas del rompecabezas.
Sabia que esperar y que no. O al menos imaginarme que esperar.
Estaba con alguien que entendía el peligro en que estábamos y que nuestra seguridad dependía de la confianza que nos tengamos.
Hay un maletín, un maletín conteniendo algo por lo cual algunos tipos importantes matarían sin problemas.
Tipos importantes con contactos en la policía y otros lugares.
No estábamos a salvo.
Y si entregábamos el material era obvio que tampoco así estaríamos a salvo. Sabíamos algo, y para ellos era un riesgo.
Sabiendo que tan hundidos estábamos en la caca, podríamos crear una estrategia para salir.
Luego de un rato de silencio y confort de la cobija, pregunte suavemente:
—Muriel… el maletín… ¿dijiste que lo escondiste?
—Si… en un lugar seguro. Pero luego Martín se encargaría que buscarle otro lugar que yo no sepa.
—Ya veo… no sé si eso es bueno o malo para nosotros… ¿era un maletín muy especial? ¿O se podría conseguir uno igual?
—Tal vez, no estoy segura… ¿por qué?
—Si compramos uno igual, podemos tender una trampa o algo similar a quienes nos persiguen.
—Ok… mañana lo vemos, ¿si amor? Ahora descansemos… estoy muerta…
—Ok, mañan…no, no se te ocurra repetir esa palabra por favor…
—Jeje…
Rió aun con cansancio, y ambos nos rendimos al sueño.
Morfeo me trajo sueños que se mezclaban con los recuerdos de mi tortura.
— Où est Damian?Réponds-moi, enfoiré!
El imponente sol de la mañana, asomaba por el parabrisas del auto, e impactaba de lleno en mi cara, como los puños de mis secuestradores lo hacían un par de noches atrás.
A mi lado, y apoyada ya sobre mi hombro, aun yacía dormida, Muriel.
Me quede un par de minutos viéndola dormir, admirando su belleza.
No puedo evitarlo, la verdad es que tiendo a sr un poco enamoradizo. Y mujeres como Muriel, o la “Gatubela”, son de esas que irradian un magnetismo maravilloso.
Pero eso no significa que sea un maldito bastardo que es infiel ante la primera oportunidad o que no sea un caballero.
Aunque claro, hay veces que mi falta de paciencia se deja ver un poco, cuando las mujeres tocan mi lado nada amable.
Se despertó, y me miro. Me sonrío con una sonrisa que ilumino el lugar…
O bien seria que estaba amaneciendo.
Brevemente nos dispusimos a plantearnos la situación actual y lo que haríamos: compararíamos un portafolios igual al buscado, y lo usaríamos como algún tipo de palanca para salir libres o que al menos nos dejen en paz.
Cuando volvíamos a la ciudad, paramos en la estación de servicio cercana.
Mientras yo pagaba al cajero y compraba un par de cafés, Muriel paso al baño de damas a arreglarse un poco, y quizás cambiarse de ropa.
Estábamos ambos en eso, cuando veo el noticiero local en la TV del lugar:
—/Y en los titulares de hoy: una casa en el centro, exploto en pedazos ayer en la tarde, por lo que los expertos en el lugar refirieron como una fuga de gas.
El propietario, se lo vio en el lugar herido, y según testimonios de vecinos, fue llevado al hospital a tratar sus quemaduras. En instantes ampliaremos. /
Eso si que no era muy bueno.
Alguna presunta muerte de mi parte, era borrada del mapa, con lo cual me seguirían buscando.
Y ni hablar de mis contactos y compañeros de trabajo, que de seguro estarían preocupados.
Es más, en exactamente una hora mas, debía presentarme al trabajo en el videoclub.
Pague todo, y cuando Muriel salio del baño, nos retiramos enseguida.
—Mi nombre ya salió en las noticias, por la explosión de mi casa, ayer.
—¿Y…?
—Si había alguna posibilidad de que me tomaran por muerto, ya desapareció.
—No te preocupes, corazón, estas conmigo.
Al llegar a la ciudad, pasamos a una tienda especializada, a comprar el dichoso maletín, y luego nos fuimos antes de ser vistos.
—Se me paso por completo ese detalle. ¿Con Martin abrieron el maletín alguna vez? ¿Vieron el contenido?
—No, estaba con combinación. Y por lo que me dijo Martín, el contenido serian solo papeles.
—Bien… pasaremos a un Cibercafé.
Cuando llegamos al lugar, se me ocurrió la loca idea de llenar de falsos documentos el maletín.
Recordando una vieja afición, en un trabajo nocturno, descargue de Internet los planos en papercraft un modelo para armar el Halcón Milenario de Star Wars.
Esto es, un modelo a escala de la nave, toda hecha con papel plegado y pegado que, sin armar, parecía un plano complejo. Cambie con el programa paint, el titulo de Millenium Falcón a Project D.A.M.I.A.N.
—¿Qué es eso? ¿Qué significa?
—Es… es…algo difícil de explicar. Creo recordar… que era algo de lo que me preguntaban la noche en que me colgaron Enel edifico. De hecho, ahora que lo pienso, ¡ese era tu novio!
—Ex novio… y no sé si siquiera califica como tal. No me recuerdes a ese infeliz.
—Claro… ahora tiene sentido del por que sabia tanto y me preguntaba sobre ese objeto, en vez de una persona.
—¿…?
—No te preocupes, yo me entiendo. —dije con una gran sonrisa.
Metimos todo al maletín, lo cerramos con combinación, y lo llevamos con nosotros.
Luego llamamos de una cabina publica, para hacer un intercambio en las afueras de la ciudad.
Yo realice un llamado anónimo a Goyeglió (quien se encargaría seguro de avisar a sus cómplices), y ella se encargo de enviar un mensaje a su ex... no novio.
Citamos a ambas partes en la punta de la península El Campanario. (2)
Era el lugar perfecto para una trampa, ya sea para ellos o para nosotros, ya que contaba con un solo camino de tierra, como entrada/salida. (1)
Ocultamos el maletín dentro de un contenedor de basura, en el lugar del encuentro.
Luego, nos fuimos al camino de entrada, ocultos entre los arbustos, viendo ingresar a los diferentes malhechores.
3 camionetas y 1 auto, nos dieron el indicio de que estaban en el lugar.
Luego enviamos un mensaje a cada facción, sobre que el maletín se encontraba dentro de la basura, y que le daríamos la combinación a quien quede vivo.
Finalmente hicimos una llamada anónima a la policía, sobre que un grupo de sospechosos portando armas de fuego, se estaban peleando en el punto de reunión.
No estuvimos allí para ver la situación, la balacera.
Simple, ¿no?
Ridículamente simple, y funciono en gran parte.
Ambas partes ahora se conocían, se encontraban… a plena luz del día, verían sus claras intenciones, uno del otro.
No importaba que al ver o querer abrir el maletín, este no fuera el real. No habría de seguro, tiempo para eso entre balas y balas.
Nuestra trampa, o nuestra existencia, no serían gran cosa ahora para estos tipos. Estarían más ocupados matándose uno al otro.
Luego lo veríamos en las noticias de la tarde… pero antes de eso, no salimos del lugar sin que nos siguieran.
Y creo que fue cuando todo el tiroteo había empezado que quienes nos seguían recibieron algún tipo de orden para asesinarnos o sacarnos del camino.
Lo ultimo que me quedo en claro, luego del momento de adrenalina, es estar escapando en el auto a toda velocidad, recibiendo embates del infame Peugeot 505 negro, detrás nuestro.
Sip, eran los dos gólems con credencial de delegado gremial, de Goyeglió.
Y sin darme cuenta mientras conducía alocadamente escapando de estos tipos, es que estaba circulando a gran velocidad por la calle en donde estaba el videoclub…
Sinceramente no sé que fue lo que ocurrió.
Una fracción de segundo de mi cerebro y por lo visto los músculos de mis manos y brazos reaccionaron ante ese pensamiento fugaz e intrusivo…
“Hoy tengo que ir a trabajar a ese lugar…”.
Creo que será uno de los pensamientos mas estúpidos que haya tenido, cuyas consecuencias reales me seguirán por un buen tiempo.
El Peugeot negro se dio a la fuga luego de eso… pero yo tuve que vérmelas rápidamente con mi jefe, quien, dicho sea de paso, era el único en el lugar, y por suerte estaba en la bodega.
Si le hubiese dicho algo como “hola jefe, aquí me presento a trabajar” hubiese sido el colmo… pero declaro que ese estúpido pensamiento también paso por mi mente…
Gracias a Dios y a los cinturones de seguridad, que ni Muriel, ni yo, sufrimos golpes o heridas.
Ahora entiendo que no es chiste cuando dicen por la TV que tener el cinturón de seguridad puesto, salva vidas…
No voy a aburrirlos con una larga charla sobre como tuve que lidiar con la policía o mi ahora ex jefe.
No fue fácil, pero pude declarar algo de shock por perder mi casa…
Muriel jugo a la chica shockeada por el accidente.
Ambos
deberíamos someternos a algo de terapia psicológica por el shock de los eventos
ocurridos, por los próximos meses. Un bajo precio dentro de todo, por lo
ocurrido.
Y uno que directamente no pagamos porque, bueno, ya saben como es por estos
lados. Fuimos una semana, y luego no fuimos más.
Lo bueno es que nadie intento atacarnos mientras estábamos en el hospital, y como en el caso de Muriel, fingió tener un ataque si la alejaban de mi, fue fácil que nos dieran habitaciones conjuntas.
Como al segundo día, Muriel irrumpe en mi habitación del hospital, a mostrarme algo en la TV:
En el noticiero local de la tarde, pudimos observar como nuestras locas ideas daban sus frutos.
15 sospechosos armados, quienes tenían un tiroteo en la zona de península El Campanario, fueron abatidos y apresados por la policía gracias a la denuncia de algún vecino de la zona.
6 de ellos, ya habían caído por heridas ocasionadas en el tiroteo que ellos mismos tenían, otros 2 cayeron a balazos de la policía, y los restantes 7, fueron apresados.
5 de los sospechosos tenían pedidos de captura internacional por la INTERPOL.
E incluso, se hablaba de que los sospechosos, trabajaban para Valentín Goyeglió, lo que abriría una investigación severa.
Con
tanta fuerza policial, tanta investigación en curso de lo ocurrido, pues nos
ganamos la tranquilidad que tanto necesitábamos.
No se atreverían a intentar nada contra nosotros, ya que ahora los malhechores
debían mantener un perfil bajo.
En cuanto a Muriel y a mi, pues…
Luego de salir del hospital y ser declarados un poco más “estables”, no nos quedo otra que buscar trabajo, y en mi caso afrontar la realidad de que ahora no tenia casa. Y lo que es peor, ¡no la tenía asegurada!
¡Mierda!
Pero al menos aun tenia el terreno… lo que significa que aun puedo volver a construir una nueva.
Además, ¡aún tenía la llave de la oficina de mi tocayo!
Han sido unos días extraños, yo durmiendo en el sofá de la oficina, Muriel en la cama de la habitación.
Creo que yo le gusto un poco. Digo, pasamos casi todos los benditos días juntos.
Ambos conseguimos trabajo atendiendo a la gente en McDollar$. Fue lo único que conseguimos de momento.
Pero, aun así, tenerla cerca de mí es algo bueno.
¡El videoclub?
Pues recibí un pago a mis servicios, así como el telegrama de despido.
No quise leer las causas del despido, ya me las imaginaba.
Y sinceramente no sabría cómo volver a ver a la cara a mi ex jefe luego de lo ocurrido.
Cobré el cheque y decidí seguir adelante, por una vez más en mi vida…
—¡Que pase el siguiente! ¡Bienvenidos a McDollar$! ¿En qué puedo ayudarlos?
Martín Martin, Detective Privado, regresara en…
Los Nokia son Eternos…
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